diumenge, 31 de gener del 2010

El arte no sirve para nada


El artista es el dios de las cosas bellas.

Mostrar el arte, ocultando al artista: tal es el fin del arte.

El crítico es aquel que puede traducir en un nuevo modo o una materia distinta su impresión de las cosas bellas.

La más alta, como la más baja forma de crítica, es siempre una especie de autobiografía.

Los que encuentran un sentido feo en cosas bellas son corrompidos sin ser seducidos. Esto es un defecto.

Los que encuentran un sentido bello en las casas bellas son los entendimientos cultos. Para éstos todavía hay esperanza.

Son los escogidos aquellos para quienes las cosas bellas sólo significan Belleza.

No hay libros morales ni inmorales. Los libros están bien o mal escritos. Simplemente.

La aversión del siglo XIX por el Realismo es la rabia de Caliban al ver su propia faz en un espejo.

La aversión del siglo XIX por el Romanticismo es la rabia de Caliban al no ver su propia faz en un espejo.

La vida moral del hombre forma parte de los materiales del artista; pero la moral del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto.

Ningún artista desea demostrar nada. Hasta las verdades pueden ser demostradas.

Ningún artista tiene simpatías éticas. Una simpatía ética en un artista es un imperdonable amaneramiento del estilo.

Ningún artista es jamás morboso. El artista puede expresarlo todo.

Pensamiento y palabra son para el artista instrumentos de un arte. Vicio y virtud son para el artista materiales de un arte.

Desde el punto de vista de la forma, el arquetipo de todas las artes es el arte del músico. Desde el punto de vista del sentimiento, el oficio del actor es el arquetipo.

Todo arte es ala vez superficie y símbolo.

Quienes profundizan, sin contentarse con la superficie, se exponen a las consecuencias.

Quienes penetran en el símbolo se exponen a las consecuencias.


Lo que en realidad refleja el arte es al espectador y no la vida.


Diversidad de opinión sobre una obra de arte prueba que la obra es nueva, compleja y vital.

Cuando los críticos están en desacorde, el artista esta de acuerdo consigo mismo.

Podemos perdonar a un hombre que haga una cosa útil, con tal de que no la admire. La sola excusa de hacer una cosa inútil es admirarla inmensamente.

Todo arte es completamente inútil.




Oscar Wilde
(1854-1900)


dimarts, 26 de gener del 2010

El Dragón sin fuego


Había una vez un dragón terrible que asustaba a todo un reino. Los niños huían solo en oler el olor de azufre que desprendían sus pestañas. Era tan maligno que hacía barbacoas con los riñones que arrancaba a los niños y luego les obligaba a comérlos. Era un dragón muy malo. Pero un día su llama se apagó y el dragón terrible dejó de dar miedo. Los niños ahora se reían de él y cuando lo veían le tiraban huevos. los viejos le golpeaban con sus bastones si pisaba la hierba y los perros se le meaban. Ya no era horrible, ya no asustaba. Era un dragón sin fuego. Entonces el dragón se puso triste y empezó a llorar. No muy lejos de allí había uno de eso niños sin riñón, Braulio, que lo vio desde su balcón y se compadeció de él. Bajó a la calle y le regaló el mechero rojo que utilizaba para quemar hormigas y así pudiera calmar sus ansias piromanas y volver a ser feliz. El dragón, que aunque no tuviera fuego continuaba siendo dragón, se puso muy contento y estuvo tan agradecido que le coincidió el honor de ser el primero en arder. Después quemó a todo el pueblo por haberse reído de él y a todos los perros por haberse meado en sus patas, ya con todo el reino en llamas continuó su camino a otro lugar en búsqueda de más gente a la que quemar con su mechero rojo nuevo (que tan feliz le hacía).